miércoles, 21 de abril de 2010

PUNTO PARA MOURINHO



En la lona. Trata el barcelonismo de encajar el golpe sufrido y mientras busca la manera de levantarse tras un mal primer asalto, los reflexivos hablan de un Barcelona flojo, los forofos se agarran al “crochet” antirreglamentario para explicar la derrota. Queda el segundo asalto. Y en el rincón de cuadrilatero, con media ceja partida y un dolor inmenso en su línea de flotación, debería el Barça, y el barcelonismo, dejar de exigir responsabilidades al colegiado y analizar sus propios errores. Que los tuvo. Corregir, y olvidarse de lamentar. Porque el fútbol, al fin y al cabo, siempre acaba dando lo que quita. Tarde o temprano. Y el Barcelona tiene la inmensa ventaja de ser mejor que su rival. Ahora toca demostrarlo.


Asomó el Barcelona en San Siro con su credo habitual pero renunciando a su 1-4-3-3 e introduciendo un doble pivote (Xavi, Busquets) con Keita como falso interior izquierdo. Pequeña excentricidad, o respeto a Maicon. Y aunque el dibujo libera a Messi, que arranca desde el centro y se mueve en cualquiera de los costados convirtiendo muchas veces el sistema en 1-4-3-2-1, lo cierto es que el Barça pierde amplitud en una banda, limita su circulación de balón a la conexión Messi-Pedro para desbordar y acumula demasiado músculo en la zona de creación. Eso benefició al Inter, que encontró un filón para las incorporaciones de Maicon sin miedo a su espalda. Con Etoo inmenso en las ayudas, pudo el lateral interista incorporar una y otra vez sin sufrir tras la perdida porque su espacio no fue explotado. Una vez lo hizo Maxwell y llegó el gol. Messi o Pedro volcados en ese costado podrían haber cambiado el partido. Mourinho, que protegió mucho al equipo la primera mitad, liberó a Maicon todavía más en el descanso y sus primeros quince minutos fueron un desdoblamiento continuo. Ahí sufrió el Barça, que fue incapaz de manejar los tiempos del partido, aunque dispusiese del balón.

Más allá del planteamiento de Mou, similar al de Pocchetino o Hiddink, con 1-4-2-3-1, pressing arriba y Sneijder sobre Xavi. Más allá de la disposición junta del conjunto italiano, sin espacios para el pase entre lineas, con ayudas permanentes y colectivas sobre Messi y más allá del impecable trabajo de Lucio y Samuel sobre Ibra, perdió el partido el Barça en la administración de la posesión. Perdidas absurdas en zona de inicio, sobre todo con 0-1, que pillaban siempre al conjunto de Guardiola a contrapie, sin margen para rectificar. Y es que el Inter robaba siempre donde quería, en zona de tres cuartos, donde el Barça buscaba su ensamblaje habitual. Tapado Xavi, el receptor del pase de los centrales era Busquets y el final era una perdida. A diferencia del Espanyol, el Inter robaba y hacía daño porque tiene velocidad, calidad y sobre todo a Milito, capaz de recibir cualquier pelotazo en banda, aguantar el balón y esperar la llegada en diagonales velocisimas de Pandev, Etoo o Sneijder. Cuando el Barça estaba pensando en presionar, el Inter ya había llevado el balón a zonas alejadas de la presión con un pelotazo a Milito y ahí el Barça sufre. Acostumbrado a presionar y robar, poco habituado a replegar para rearmarse, trató el Barcelona de matar el partido sin renunciar a su estilo, con fútbol de toque y posesión pero se olvidó de buscar oxígeno en Ibra. Para situaciones como estas se fichó al sueco, que debió ser receptor de muchos balones para escapar de la presión y a partir de ahí, construir desde segunda línea con muchos metros para recuperar y sin riesgo próximo si se perdía el balón. Uno de los problemas es que el Barça perdía ayer el esférico muy cerca de su portería, y el Inter, con dos pases, se plantaba en área rival. Ibra debía ser una solución y no lo fue.



El resultado, casi decisivo en cualquier otra eliminatoria, no debe ser sino un mero accidente para el Barcelona que en su Estadio, con la lección aprendida del plan de Mou y recuperando su versión mas poderosa en ambas bandas e introduciendo un alto ritmo de juego con balón debe pasar. Veremos.

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