miércoles, 3 de marzo de 2010

LOS CRÍTICOS




El ventajismo de opinar sin respeto sobre los entrenadores. Se ha puesto de moda y es lo que vende. Nos invaden cada mañana con portadas incendiarias cuestionando cualquier decisión del entrenador. Aparecen los profesionales del boligrafo, disfrazados de profesores de la Escuela de Entrenadores y toman partido. Hoy es Pellegrini en Madrid, como lo fue Rikjaard en Barcelona, lo es Mourinho en Milán o Benítez en Liverpool. Entrenadores sobradamente preparados y que deben convivir (va en el sueldo dicen....) día tras día con articulistas de ocasión. Sin carnet, pero con opinión aunque no hayan pisado un vestuario nunca. Olvidan los profesionales del boligrafo, y la ignoran porqué no la conocen, la dificultad de conducir un grupo, el maravilloso reto de gestionar un vestuario, el tiempo para formar un equipo, el día a día de construir algo desde la nada, la dificultad de competir con un contrario, los problemas del día a día, el respeto a un profesional preparado....el sufrimiento de ganar o perder.
Con la doctrina del fútbol elemental, de lo evidente que son las decisiones cuando se juzgan a toro pasado, los críticos de hoy sentencian o exaltan al entrenador de fútbol sin más argumentos que su visión desde fuera, sin conocimientos necesarios, sin respeto. Reducen la visión de su fútbol a atacar o defender, sin analizar el talento de cada equipo, los jugadores que tiene cada cual y la idea que quiere plasmar el entrenador. Rechazan de antemano los equipos demasiado ordenados, porqué limitan el talento y edifican su juego sobre el balance defensivo sin pararse a pensar que cualquier equipo grande ha crecido desde la mejora de su defensa. Ignoran los que sólo hablan de ataque, aquellos que ensalzan al Barcelona y a su entrenador por su fútbol ofensivo (talento), que el primer triunfo de Guardiola ( y tal vez una de sus mayores influencias) fue conseguir intensidad defensiva, pressing tras cada perdida, movimiento sincronizado de todas las lineas en fase defensiva. Convertir estrellas en humildes trabajadores en fase defensiva. Eso les ha hecho grandes. Mantener su capacidad creativa en fase ofensiva para olvidar las jerarquías y convertirse en recuperadores tras la perdida del balón. Y ahí emerge el efecto Guardiola. Porque, más allá del dominio táctico, de sus ideario futbolístico, de su apuesta por el balón y el movimiento, existe en el entrenador del Barcelona una apuesta por el orden y la intensidad defensiva que suponen la clave donde empieza a edificarse el mejor Barcelona. Y ahí es donde empieza la diferencia entre el éxito y el fracaso. Olvidan los críticos, esos que atizan sin descanso a Pellegrini por no seguir el dictado de lo previsible, que el fútbol es un juego de dos fases, ataque y defensa. Y lo primero que también ha conseguido Pellegrini es que el Madrid defienda organizado, con líneas adelantadas, sincronizadas y sin las fisuras de años atrás. Pero eso no vende periódicos.

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